En el tiempo en el que vivimos es fácil encontrarnos con esta situación.
¡¡No puedo pagar mis deudas y ahora qué puedo hacer!!
Lo habitual es mirar en Internet y empezar a buscar una buena solución. Durante la búsqueda de posibles soluciones seguro que nos encontraremos “la ley de segunda oportunidad” y una multitud de financieras que con muchas facilidades, nos ofrecen salir del paso con refinanciaciones y nuevos créditos.
En ese momento habremos de decidir si queremos una solución definitiva a nuestro problema o, por el contrario, el camino más cómodo, pedir un nuevo crédito que solo aumentará nuestra deuda inicial.
Lo ideal es pensar cómo se ha llegado a esta situación y pasar a la acción para solventarla y no volver a caer en ella. Es decir, solucionar definitivamente nuestras deudas.
Lo primero, desde luego, es cambiar aquellos hábitos económicos que nos han llevado a estar en la situación en la que nos encontramos.
Nos hemos de imaginar que somos una empresa y, como tal empresa, tenemos unos ingresos y unos gastos. Nuestra empresa (familia) dispone de un dinero en metálico que proviene de nuestro trabajo (en el peor de los casos, ni eso), unos bienes, y unas deudas que provienen de préstamos, tarjetas de crédito, etc. Además, tenemos unos proveedores habituales (agua, gas, electricidad, impuestos, colegios, etc) y unos proveedores por campañas u ocasionales. (caprichos, viajes, coches, motos, etc).
Para conseguir que la deuda, al menos, no aumente, deberemos equilibrar la balanza entre nuestros ingresos reales y los gastos, por tanto deberemos intentar reducir aquellos gastos variables, ocasionales y reducir el uso de las tarjetas de crédito.
Una vez conseguido este equilibrio financiero es el momento de tratar de reducir la deuda, para lo que deberemos pasar al plan de acción.
En este punto nos hemos de dejar asesorar por los profesionales que nos propongan un plan de acción.